"¡Tienes la cabeza llena de pájaros!", ¿os lo han dicho alguna vez?. Quizá en la adolescencia, cuando estamos llenos de ilusiones, sueños, pensamientos desordenados y ruidosos, eso
que algunos denominan "tonterias" o "irrealidades"... Pero el estado de ensoñación tiene más importancia de la que parece...
La ensoñación es la que se ocupa de divagar, dejar que los
pensamientos, a menudo inconexos, fluyan libremente mientras se está
efectuando alguna actividad. Se estima que la
mente humana cae en ese estadio ni más ni menos que el 30% del tiempo. Podría decirse que hay dos zonas en el cerebro plenamente diferenciadas, asociadas con la
concentración. Una de ellas
es la que se activa claramente cuando estamos concentrados en una
actividad determinada (red ejecutiva). La segunda red neural sería la opuesta, la que se
activa en el estado de mente errante. Tradicionalmente, ambas
redes se habían considerado contrapuestas. ¿Cómo te vas a concentrar en algo si te distraes?. Pero cuando surge una extraña asociación de ideas, en apariencia inconexas, pueden
ayudar a resolver un conflicto en un momento dado o bien proporcionar
una pista inesperada o una solución para un problema pendiente. Y eso
tiene mucho que ver con la creatividad. Muchos inventos, teorías científicas y obras maestras surgieron de un momento de ensoñación.
Actualmente un sector creciente del
mundo educativo aboga por aprovechar los beneficios de la divagación o
las ensoñaciones como método para fomentar el uso creativo de la mente. Para los defensores de estos postulados, que los niños se pasen horas y
horas frente a la pantalla de un televisor o de una consola, actividad
que capta su atención y exige un cierto grado de concentración, coarta
la imaginación, algo por otra parte obvio. Los hallazgos acerca de
la importancia de la mente errante abre la puerta al diseño y fomento de
actividades cuyo objetivo sea justamente asociar ideas aparentemente
inconexas o dejar volar la imaginación.
Bueno, pues dándole vueltas a esta idea, se me ocurrió hacer una nueva camiseta. Algodón orgánico y pintada a mano con mimo, como siempre. ¡A soñar!
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